El corazón actúa como una bomba, es decir, impulsando la sangre que llega y enviándola a todos los órganos que la necesitan. Dependiendo del estado de nuestro cuerpo, suele latir entre 60 y 100 veces por minuto.
En cada uno de nuestros latidos, el corazón envía sangre a todo el cuerpo, con ello, la sangre transporta oxígeno a cada una de las células de nuestro cuerpo. Cuando la sangre ha distribuido el oxígeno a cada célula, retorna al corazón, desde donde se dirige a los pulmones para volver a oxigenarse y repetir el ciclo una y otra vez.
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