¿Qué es la autonomía?
La autonomía es la capacidad de una persona para actuar en voluntad propia, es decir, tomando sus propias decisiones. Cuando un niño consigue ser autónomo logra desarrollar su autoconfianza, autoestima e independencia. La autonomía es una parte crítica del aprendizaje para los niños y niñas de todas las edades. En la mayoría de los casos (incluso con los niños más pequeños), las formas clave de fomentar la autonomía incluyen:
- Ejemplificar explícitamente las tareas deseadas.
- Animarles a realizar tareas que no hayan hecho antes.
- Ofrecerles opciones realistas.
- Valorar sus esfuerzos a la hora de completar las tareas.
¿Por qué es importante fomentar la autonomía desde la infancia?
Desarrollar la autonomía es especialmente importante en la infancia porque ayuda a preparar a los niños y niñas para una futura vida adulta exitosa. Los niños puede sentirse impotentes si tienen que seguir muchas «reglas» establecidas por los adultos, como sus padres o sus profesores. Si dejamos que los niños y niñas se encarguen de realizar sus propias obligaciones, podrán alcanzar su propio autocontrol y, en consecuencia, les servirá para desarrollar su autoestima. Si conseguimos que los niños sean autónomos, también conseguiremos forjar personalidades resilientes, o lo que es lo mismo, personas que son capaces de enfrentar nuevos desafíos de manera positiva.
Para aquellos niños que necesitan una supervisión constante, también existen alternativas para fomentar su autonomía, aunque sea de forma más simple. Una forma de hacerlo es ofreciéndole a tu hijo elegir entre varias opciones en diferentes situaciones del día a día; por ejemplo, preguntándole con qué juguete le gustaría jugar o qué par de calcetines ponerse. Algunos niños tienen una autonomía limitada, generalmente porque no pueden comprender lo que se les pide o porque no tienen el control motor o la fuerza para realizar tareas; aun así, a estos niños se les pueden ofrecer opciones realistas acorde a sus habilidades.
A continuación, os mostramos una serie de consejos para enseñar a vuestros hijos a desarrollar su propia autonomía dependiendo del rango de edad en el que se encuentre.
Bebés de 0-12 meses
Obviamente, los bebés pequeños no pueden realizar su propio autocuidado, necesitan de un adulto para, por ejemplo, cambiarse los pañales. Sin embargo, durante el primer año de vida los padres pueden comenzar a “enseñar” autonomía de dos formas básicas: realizando las tareas del día a día a unas mismas horas y siguiendo un mismo orden, es decir, siguiendo unos patrones de horario y unas rutinas (por ejemplo: nada más levantarnos, le lavamos la carita y después le cambiamos la ropa) y hablando al bebé con un lenguaje sencillo (por ejemplo: «ahora vamos a lavarnos la carita» o «ahora vamos a cambiarnos de ropa»).
Un bebé pequeño puede “participar” permaneciendo en cierta posición para que el cuidado se pueda brindar fácilmente (p. ej., acostado boca arriba y chupando un chupete mientras se le cambia un pañal).
Niños de 1-3 años
Cuando llega el primer año de vida y tras haber estado utilizando con tu hijo un lenguaje sencillo en la rutina diaria, es momento de dar paso a una nueva etapa en la que vas a incorporar pequeñas tareas o responsabilidades.
A esta edad podemos comenzar a pedirles tareas sencillas, como, por ejemplo, sujetar una tirita cuando estamos intentando curarles una herida. Recuerda: ¡Ten paciencia! Al principio, cuando tu hijo comienza a “ayudar” el proceso lleva cierto tiempo. Un niño pequeño puede llevarse la tirita la boca, por ejemplo. Esta es una oportunidad para decirle a tu hijo de forma amable que vuelva a intentar realizar la tarea. Puedes decirle algo como «No, no pongas la tirita en tu boca; intentemos hacerlo de nuevo con una limpia». A esta edad, los niños comienzan a aprender a través de ensayo y error.
No olvides decir siempre comentarios positivos y reconocer los logros y los éxitos de tu hijo. Por ejemplo: «¡Qué bien lo has hecho ayudándome a poner la tirita!».
Niños de 3-5 años
Los niños de este grupo de edad aprenden a través del juego. Por ello, podemos ir asignando tareas más complejas que las de la etapa anterior y hacerlo en forma de juego. Por ejemplo, podemos realizar una economía de puntos semanal sobre un calendario con pegatinas. Al final de la semana, si ha conseguido cierto número de pegatinas puede tener una recompensa o premio. (Si no te gusta premiar a tu hijo, puedes optar por simplemente felicitarle por haber hecho todas sus tareas correctamente durante la semana).
El tipo de tareas que puedes asignarle a tu hijo pueden ser tareas del hogar o de autocuidado, tales como: lavarse los dientes solo, ayudar a recoger, poner la mesa o vestirse solos.
Niños de 6 a 12 años
A medida que los niños maduran, van adquiriendo la capacidad de tener una mayor participación en las tareas de la casa y mayor independencia en su autocuidado y sus tareas escolares.
En primer lugar, es muy importante involucrar a tu hijo en la participación en las tareas de la casa, tales como: recoger su habitación, ayudar a poner y recoger la mesa, fregar los platos, etc.
Asimismo, debe ser capaz de realizar su autocuidado correctamente, es decir, ducharse, lavarse los dientes, mantener cierta higiene, etc.
Por último, al final de esta etapa ya debe de ser capaz de organizarse correctamente con las tareas, los trabajos y los exámenes del cole y ser lo suficientemente responsable con su agenda y el cumplimiento de las tareas diarias.
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