La fiebre es una respuesta fisiológica de nuestro cuerpo, que se caracteriza por un aumento anormal de la temperatura corporal, generalmente como respuesta a una infección, inflamación u otras condiciones médicas. Es un mecanismo de defensa natural del sistema inmunológico que ayuda a combatir patógenos al acelerar diversas funciones biológicas.
La temperatura elevada puede ser provocada, por ejemplo, por la liberación de sustancias como las citoquinas durante la respuesta inmunitaria. Aunque la fiebre suele ser parte del proceso de curación, cuando las temperaturas pasan a ser extremadamente altas, pueden haber complicaciones y ser perjudiciales. Por ese motivo, medir y controlar la fiebre es esencial para evaluar y tratar adecuadamente las condiciones subyacentes.
Por definición, el límite considerado normal para la temperatura corporal, son 37ºC medidos en la región axilar. A partir de ese límite, consideramos que aparece febrícula y, por encima de 37.8ºC, se considera fiebre, pudiendo llegar a sobrepasar los 41ºC.
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