Las rocas metamórficas son aquellas que se forman cuando las rocas existentes experimentan cambios debido a variaciones en la temperatura, la presión o la interacción con otras sustancias químicas. El proceso que sufren las rocas metamórficas recibe el nombre de metamorfismo, que consiste en la alteración de la composición mineral y la textura de las rocas sin que estas lleguen a fundirse.
Estas rocas presentan una amplia gama de colores y patrones, resultado de la reorganización mineral durante su transformación y se encuentran comúnmente en áreas afectadas por la actividad tectónica.
Un ejemplo de roca metamórfica lo encontramos en el mármol, el cual se origina a partir de la transformación del calcáreo. Otro ejemplo es la pizarra, la cual proviene de la metamorfosis de las lutitas.
3 ejemplos de rocas metamórficas
Aunque existe una grandísima variedad, aquí tienes tres ejemplos de rocas metamórficas:
- Esquisto: El esquisto es una roca metamórfica caracterizada por su textura en forma de «laminas». Se forma a partir de la transformación de lutitas, que son rocas sedimentarias arcillosas, bajo condiciones de presión y calor. Dependiendo de la composición original de la roca madre y las condiciones de metamorfismo, los esquistos pueden variar tanto en color como en composición mineral.
- Mármol: El mármol es una roca metamórfica derivada principalmente de la re-cristalización del carbonato de calcio, que se encuentra presente en rocas sedimentarias como por ejemplo, la caliza. El mármol es conocido por todos por su aspecto pulido y brillante, y es muy comúnmente utilizado en la escultura y la construcción (encimeras de cocina por ejemplo)
- Gneis: El gneis es una roca metamórfica que tiene una estructura de bandas alternadas de minerales. Se forma a partir de la metamorfosis de rocas ígneas o sedimentarias bajo condiciones de presión y temperatura significativas. Los minerales en un gneis suelen estar dispuestos en bandas alternas visibles a simple vista.
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